Las amenazas son comunes en cualquier sociedad, pero en El Salvador se ha convertido en una herramienta de muchos bribones para obtener dinero.
Caminando por las calles de mi ciudad, vi escenas de comerciantes y trabajadores del sector informal, hacer bromas unos a otros con palabras altisonantes y en otras ocasiones jugaban como si peleasen. Luego de varios minutos observando, vi que uno de ellos amenazaba al otro con una paliza, pero en tonos muy serios.
El Código Penal de El Salvador menciona al respecto que:
"El que amenazare a otro con producirle a él, o a su familia un daño que constituyere delito en su persona, libertad ambulatoria, libertad sexual, honor o en su patrimonio, será sancionado con prisión..."
Existe también el delíto de coacción: "El que por medio de violencia obligare a otro a realizar, tolerar u omitir alguna acción será sancionado con prisión...." Desde luego se puede agregar a la lista la extorsión y otros delitos similares.
Desde cualquier ángulo una amenaza se configura como un posible cometimiento de un delito previamente anunciado, y con el objeto de limitar la autonomía de una persona.
Estos delitos pueden ser denunciados en la Fiscalía de la República, Policía de El Salvador, Procuraduría General de la República de El Salvador, y el resultado suele ser muy bueno para la víctima, tratándose de vecinos o personas comunes; para el caso de criminales organizados la situación cambia; no obstante es recomendable acudir a las autoridades.
Consulte oportunamente a un profesional del derecho
si ha recibido amenazas.
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