Esta mañana esperando ser atendido leía el periódico, y supe de la noticia trágica de un niño que murió al caer en un pozo de uso rural, en San Luis Talpa, departamento de La Paz, El Salvador. La crónica relata que el niño jugaba con otros al momento de caer accidentalmente en el pozo, los otros niños por miedo no contaron lo sucedido a sus padres sino hasta que, preocupados de no ver al niño, los adultos comenzaron a preguntar por el niño desaparecido.
Lo indignante y asombroso es lo que se relata en la noticia que después, transcribo: “llamaron a la policía para informar del caso y los agentes llegaron al lugar para realizar la verificación y coordinar con el cuerpo de bomberos, a fin de realizar la recuperación, pero debido a las condiciones del pozo y la oscuridad a esa hora, los socorristas definieron que lo harían el siguiente día”.- (Apunto que lo subrrayado es mio).
¡Indignante decisión!. No se trata de un animal, de una cosa que mañana vemos cómo lo sacamos. Es un niño que podría estar aún con vida, quizá sin poder moverse, quizá sin poder emitir algún sonido, o hacer ruido golpeando algo, para pedir auxilio.
La noticia continúa mencionando que los familiares no se quedaron de brazos cruzados, y encontraron la forma de sacar al niño del pozo, a pesar de la oscuridad, las condiciones y cualquier inconveniente. Fueron más valerosos, humanos y solidarios con el sufrimiento del niño que los mismos socorristas, o policías, que en teoría, son los llamados al auxilio del necesitado.
Esto no puede ser dejado de lado como un hecho sin importancia… aquí hablamos de ineptitud de los socorrieras, falta de humanidad y solidaridad y quizás también falta de ingenio para resolver este tipo de situaciones.
Desde la perspectiva legal existen mecanismos para garantizar los derechos de los niños, y en este caso puede ser objeto de ello.
Lamento lo ocurrido. Y concluyo esta publicación llamando a la solidaridad y cordura de quienes son llamados al auxilio de personas, victimas de accidentes o hechos delictivos, que si no tienen la vocación parar ese trabajo, mejor no se involucren o participen como policías, bomberos, o socorristas. Confieso que he sentido mucha indignación y me fue imposible evitar el enojo al leer la noticia. Y espero que la familia alcance la resignación ante su enorme pérdida.
Gracias por leer este blog.
En memoria de Jonathan Hernández niño víctima del descuido y protección adecuada.
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