sábado, 6 de septiembre de 2014

La tecnología invade la privacidad.

Vivimos en tiempos de buena tecnología, de aparatos novedosos que facilitan la comunicación gráfica o verbal. Muy bonitos, divertidos. Esto es bueno, pero nunca falta el aquella persona que abusa.

Es evidente que nada se queda oculto en estos días. Por todos lados hay un teléfono con cámara capturando su imagen, una cámara de vídeo vigilancia u otro método de control mucho más sofisticado como los lectores de chip o los GPS.

Es normal encontrar un fotógrafo aficionado disparando a diestra y siniestra su obturador, sin el consentimiento de quienes van a ser captados. Peor aún, las victimas fotografiadas no saben a dónde van a para sus imágenes, con qué fin son utilizadas, quién las verá, cuántas reproducciones hará y si conservará a salvo el tan delicado derecho a la intimidad al que todos los seres humanos tenemos derecho.

Ese derecho que hoy es irrespetado con tanta flagrancia que abundan los medios de comunicación amarillistas exponiendo noticias de forma inadecuada, o personas particulares sin principios capturando y manipulando imágenes de otras personas solo con motivo de burla. 

Se abusa del derecho a la intimidad, el derecho a la propia y buena imagen. Este derecho forma parte de los denominados derechos “personalisimos”; no pueden desvincularse jamás de un ser humano. En la Constitución de la República de El Salvador está contemplado en el inciso segundo del artículo 2, bajo el Capitulo Derechos Individuales, en el Titulo Derechos y Garantías  Fundamentales de la Persona.

No hay control. Ni creo que la haya a corto plazo.

Todos pueden ser víctimas en estos casos. Y las medidas a tomar son muy escasas.

Una chica que sufrió un accidente de transito, fue fotografiada en el instante del hecho; luego el periódico con su estilo amarillista publicó su fotografía con el encabezado "QUEDO MOLIDA". La chica subió esta fotografía a las redes sociales para protestar por la acción del periódico que ha dañado fuertemente su dignidad y ha utilizando su imagen sin su consentimiento para hacerlo público. Para cualquier persona es de mucha angustia y dolor un momento como este. 

El ya conocido dicho “quien nada debe nada teme” está desactualizado porque una imagen puede ser manipulada con gran facilidad.

Es probable que solo los pensamientos, aquello que no expresamos estén a salvo. Aunque he leído por ahí sobre habilidosos técnicos en lenguaje corporal, detectores de mentiras, análisis de rostros, y otras tantas tecnologías y conocimientos que invaden abusivamente la intimidad de las personas.


George Orwell no se equivocó… en su obra “1984 El Gran Hermano te vigila”, describió y profetizó con ciertos matices la vida en el año 2014.

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