martes, 17 de diciembre de 2019

Abogado y también es humano

Hace ya un tiempo atrás estoy recibiendo a mis clientes en mi domicilio, por razones practicas y económicas. Ese sábado por la mañana esperaba dos clientes nuevos. Venían a mi oficina a concretar, a poner por escrito una Promesa de Venta.


El vendedor, era un tipo de edad avanzada, corpulento, medía aproximadamente dos metros, su voz estentórea y grave imponía respeto. Por el contrario el comprador se mostraba más bien común, estatura promedio, amable y cortés, su voz en un tono respetuoso.

La experiencia se tornó molesta cuando el de voz de ultratumba le dijo al otro: "Yo no estoy acostumbrado a hacer negocios en estas condiciones, nos hubiéramos reunido en otro lado para estar más cómodos". Yo, su anfitrión, el Notario estaba ahí, oyendo todo; por supuesto el tipo no le importó expresar su molestia por las condiciones del lugar.

Mantuve la calma, en otro momento de inmediato lo invitaba a buscar otro profesional que lo atendiera. Estaba en mi casa, en mi oficina y estaba de entrada protestando.

Al final mantuve la calma y los atendí, les cobré entregué el documento solicitado, y adiós, espero no volver a verlos.

He tenido clientes de todo tipo, y me gusta mostrarme con ellos como  un humano, como un amigo, pero hay clientes que no merecen ese trato, porque ellos mismos son ruines en su comportamiento.

Ser abogado y ser humano, normal, con virtudes, con carencias, con fortalezas y debilidades es natural; pero toca de pronto identificar con quién vale ser humano y con quien ser un vampiro.

Gracias por leer este blog.

viernes, 6 de diciembre de 2019

¿Bueno o malo?.

Para ser abogado se deben llenar ciertos requisitos personales e intelectuales, que a lo largo de la historia han forjado un ideal en la mayoría de personas sobre cómo es o debe ser un abogado. Los hay de todo tipo: diligentes,  negligentes, los que cobrar altos honorarios y los económicos, amables y groseros, humanos y no tan humanos, con notoria moralidad y los de moralidad cuestionable.

En fin, no quiero hacer de estas palabras una oda a mi comportamiento pero ¡vamos!, que en el transcurso de mi ejercicio profesional me he encontrado en situaciones donde perfectamente podría tomar una decisión cuestionable, pero eficaz para resolver un problema en beneficio de mi cliente, y hasta hoy, he preferido la vía correcta. Por supuesto que el camino es más largo, y difícil pero me ha permitido dormir tranquilo, y caminar por la calle con el rostro en alto.

El traje no hace al abogado, como el hábito no hace al monje; lo que sí determina cuánto vale no es la apariencia, su carro, su oficina amueblada con escritorio de cocobolo, o caoba, sino tu verdadera entereza al tomar decisiones correctas.

Me han llegado muchos casos, y seguiré con otros sin claudicar en mantener un perfil correcto, porque eso me hace diferente, y mis clientes sé que lo saben valorar.

Ya hay muchos abogados obrando mal, pero sin equivocarme sé que hay más buenos y rectos abogados que no llaman mucho la atención, pero están ahí solo es cosa de saber encontrarlos.

Gracias por leer este blog.


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