lunes, 24 de julio de 2023

Abogado a los 15 años.

 ¡Este día celebraré!. Pero debo advertirte que no me gradué a los 15 años, pero sí tengo 15 años desde que me gradué a los 28 de edad.

Foto de graduación. De pie extrema izquierda.

25 de julio del año 2008, era le fecha que esperé con paciencia para culminar los estudios superiores de la Licenciatura en Ciencias Jurídicas. Me gradué de la Universidad Dr. José Matías Delgado en la República de El Salvador, junto con otros compañeros que a decir verdad, no formaron parte del grupo de estudiantes con el que inicié, no éramos más que compañeros de graduación. Solamente 6 alumnos los que se graduaban en esa oportunidad, y para la tendencia de las universidades en Latinoamérica esto es poco, cuando son promociones de cientos de jóvenes que gradúan en magnos eventos.

 

Fue bonito. Luego de haber cursado más de 55 materias, invertido en libros e insumos para continuar, colegiaturas, copias y otras tantas situaciones que se presentan en el camino creo que se merece un buen espacio en el estante de los recuerdos agradables de su servidor.

 

Después de 15 años con la condecoración, como muchos, nos enfrentamos al mundo sin la suficiente experiencia práctica, lleno de dudas y con el golpe de realidad que nos afirma “usted joven licenciado no estudió a profundidad la ciencia del derecho”, pero ya no hay retorno, te enfrentas con a necesidad de continuar a toda costa.

 

Por supuesto que busqué empleo en mi profesión, al no encontrar, busque de lo que fuera, y al no encontrar ajusté mi cinturón y decidí descubrir por qué  la abogacía es considerada una profesión liberal. No me arrepentí.

 

Esto conlleva mucho esfuerzo, enfrentarse con la incertidumbre ante un caso planteado, la dura realidad de contender en juicio sin la debida preparación, contra tiburones legales, procuradores astutos, fiscales despiadados, jueces con criterios cuestionables. Y sin dejar de lado que en ocasiones el cliente que te contrata, no dice toda la verdad, o no dice la verdad y en el camino toca afinar habilidades investigativas, interpretación y empleo de lenguaje corporal, aprender persuasión, oratoria, entre otras tantas habilidades blandas y duras (para usar términos más técnicos) indispensables para un buen abogado.

 Con 15 años de ejercicio profesional creo que he pagado suficiente derecho de piso en esta profesión, sin embargo no deja de sorprenderme cada día el comportamiento humano, de los fallos de la honorable corte, y los jueces que imparten justicia, hay de todo y nunca se deja de aprender, estudiando y viviendo por igual. Ya fue dicho: si quieres conocer la maldad humana ve aun juzgado de lo penal, si quieres saber que es el desamor ve a un juzgado de familia, si quieres saber sobre la traición de la confianza ve a un juzgado de lo civil.

 

Continuaré ejerciendo mi profesión tanto como se me permita vivir.

 

Fue en Roma donde se desarrolló plenamente y, por primera vez, de manera sistemática y socialmente organizada, la profesión de abogado, palabra que viene del vocablo latino advocatus, que significa llamado, porque entre los romanos se llamaba así a quienes conocían las leyes para socorro y ayuda. En sus inicios no había remuneración más que la satisfacción de haber alcanzado la justicia,  con el tiempo esto cambió y hoy son pocos los profesionales que regalan su conocimiento.

 

Desde temprano en el alma mater nos enseñan el decálogo del abogado que tiene los siguientes enunciados:

1º ESTUDIA. Ya que el derecho se transforma constantemente.

2º PIENSA. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

3º TRABAJA. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

4º LUCHA. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha Primordialmente por la justicia.

5º SÉ LEAL. Leal con tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas. Leal con tu cliente, con tu adversario y con el juez.

6º TOLERA. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.

7º TEN PACIENCIA. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

8º TEN FE. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz como sustitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.

9º OLVIDA. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

10º AMA TU PROFESIÓN. Trata de considerar la Abogacía de tal manera, que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea Abogado. Siéntete orgulloso de lo que eres.

 

Gracias por leer este blog.

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