En el acto solemne de matrimonio legal la música no es tan importante, pero si lo es para el evento religioso...
Como ya han mencionado muchos autores de la ciencia jurídica, la costumbre
es fuente de reglas que las personas suelen practicar por considerarlas
correctas. En las bodas religiosas es bastante común escuchar en la entrada de
la novia a la iglesia, una melodía específica y otra al finalizar el evento.
No existe una regla escrita en piedra para esto. Usted puede elegir la
clásica marcha nupcial o escoger otras, pero…
¿Cómo llegaron esas clásicas melodías a formar parte del evento religioso
tan trascendente?
La primera persona que incluyó esas famosas melodías, fue la Princesa
Victoria de Inglaterra, al contraer nupcias con el Príncipe Federico de Prusia. Fue ella quien escogió para
la entrada en la iglesia la melodía “Marcha Nupcial de Mendelssohn”,
y para la salida un aria de la ópera de Wagner: Lohengrin.
Victoria tenía gran
predilección musical por estos dos artistas, y para poner un toque distintivo a
su boda incluyó esas melodías que hoy forman parte de muchas otras bodas.
Posteriormente otras parejas fueron implementando estas melodías como parte
de sus nupcias religiosas, y así sentirse como en la boda de ensueño de la Princesa
Victoria… muchas personas solo las escuchan y se transportan a un evento de
este tipo o sueñan con escucharla en ese día tan especial.
La Marcha nupcial de Mendelssohn fue escrita en 1842, e incluida en la
opera Sueño de una Noche de Verano en referencia a la obra de Shakespeare. El
aria de Wagner corresponde a una ópera muy interesante: Lohengrin. El segmento
de esta obra que se utiliza como punto final de un evento religioso esta
originalmente escrita en alemán, legua del autor Wagner.
Lea Usted mismo la traducción:
¡Fielmente conducidos,
acercaros
al lugar donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante, recompensa del amor,
se os une en fidelidad como la más feliz de las parejas!
¡Campeón de la juventud,
avanzad!
¡Joya de la juventud, avanzad!
Dejad ahora el esplendor del banquete nupcial,
y entregaros a los placeres del corazón!
Esta habitación de dulce
aroma, preparada para el amor,
ahora os cobijará, lejos del esplendor.
¡Fielmente conducidos, acercaros al lugar
donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante,
recompensa del amor,
se os une en fidelidad como la más feliz de las parejas.
Le invito a ver la ópera de Wagner y a escuchar más música de Mendelssohn.
Gracias por leer este blog.
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