domingo, 21 de junio de 2015

Vecino intolerable.

Siendo abogado debería poner en práctica las vías civilizadas para resolver un asunto de desacuerdo vecinal, pero hoy no, más que como abogado, como humano normal he tenido que alzar la vos y soltar algunos sapos y culebras por mi boca. 

Todos tenemos un límite que rebasado provoca exabruptos, profiriendo groserías intentando hacer valer un derecho… pero en mi caso particular no es una situación de ayer para hoy, es el cúmulo de soportar y soportar, días tras días el constante golpeteo de paredes, retumbar de pisos, relajos una y otra vez de un vástago del vecino que presume de Hulk, acróbata o deportista extremo al interior de su casa, casa por cierto colinda pared con pared con mí casa.

Y no solo eso, también por años esa deleznable familia han realizado una serie de abusos, irrespetos a la propiedad y altanerías que hoy se llegaron al límite. Para colmo de males el tal vecinito se siente ofendido y en la reyerta verbal me acusa de todo lo que él hace. El desgraciado no se percata cuan molesto es.

Deben existir muchos de casos como el mío en tu vecindario y después de mi reacción de hoy francamente no tengo la calidad moral para recomendar paciencia tolerancia y utilizar la vía civilizada que las leyes marcan para resolver estos asuntos, porque lo he vivido, en estos casos no es lo más ágil, no es lo más próximo para defender los propios derechos, cuando el hartazgo te suelta lo más primitivo que el humano puede contener por freno de la cordura y la educación.

No puedo despojarme de mi naturaleza  humana como tampoco de la vocación que profeso, por eso  en esta ocasión y con toda la pena que merece,  debo recomendar precisamente eso que yo no he podido hacer: tenga paciencia, denuncie a su vecino ante las autoridades utilizando la vía civilizada, evite confrontaciones que puedan llegar a la violencia física; luego reflexionando, ya con la cabeza fría, es lo que menos problemas acarrea. Recuerde que todas las acciones traen consecuencias, en mi caso particular, te contaré en qué termina este drama vecinal, eso sí, no me voy a dejar, tanto derecho tiene mi vecino de hacer en la intimidad de su casa las orgias, los bacanales, cualquier aberración de la que le creo capaz hasta de cabrear como un energúmeno reprimido, como yo tengo del derecho de descansar, estar en silencio, reposar y buscar el sosiego como me da mi muy preciada gana.

Voy a poner en marcha los mecanismos legales que existen, voy a asumir las consecuencias reales que se deriven de esta lamentable situación que no se debe a otra cosa que a la poca capacidad de mi vecino de llevar la fiesta en paz, su total incapacidad de comunicarse como un homo sapiens.

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