Con la noticia
que se dio a conocer en agosto del presente año (2013), relacionada con la corrupción
en los partidos de fútbol que involucra a jugadores de la selección nacional de
El Salvador, la población ha recibido, más que un balde de agua fría, una
dolorosa puñalada en la espalda que ha dañado la confianza en sus propios
jugadores, puesto que han vulgarizado uno de los pocos elementos que permiten a
los salvadoreños identificarse como nación.
El tema de la corrupción
en El Salvador no es cosa de asombro, se escuchan las noticias casi a diario de
acusaciones de este tipo sobre todo en el ámbito político, de forma reiterada se
habla de la corrupción en las instituciones públicas en todas sus esferas, poco
menos frecuente se trata de la corrupción que existe en las escuelas, colegios
y universidades; muchas son las historias de estudiantes desde los niveles más básicos,
hasta los niveles universitarios donde los maestros, docentes o directores de
centros educativos, han obtenido un “regalito” para colocar una calificación favorable;
o alumnos que obtienen las pruebas antes
de ser examinados.
Cuando se trata
de este tema se menciona que habría que
modificar el sistema, sustituir a los corruptos por los probos, cambiar todo lo
que permite la corrupción. Si se reflexiona en los orígenes de este mal
social concluimos, entre otras, que es una cuestión de tipo cultural, que está
arraigada en la población de generación en generación, y si de cambiar algo se
trata, habrá que comenzar por ir cambiando las bases de la cultura salvadoreña que
da cabida a la corrupción.
El fútbol, la sociedad, la familia
y los valores.
La Constitución de
la República establece que la familia es la base fundamental de la sociedad, y
es ahí donde todos los seres humanos aprendemos lo básico para desenvolvernos
en la sociedad, los padres repiten muchas veces los modelos que a su vez les
enseñaron sus padres, los hijos se nutren de lo que ven en su familia. Si la
familia fomenta valores, los hijos y sus generaciones venideras serán probos y
rechazaran lo incorrecto. Por consecuencia la sociedad se verá conformada por seres humanos probos o
corruptos, con valores o sin valores en cualquier sitio que estén. Sean
futbolistas, maestros, docentes universitarios o empleado institucional si
tienen valores bien cimentados, aunque los tienten con ofertas de oro, no
aceptarán.
Las leyes están bastante
bien hechas, claro que pueden mejorarse, pero para evitar, prevenir o sancionar
la corrupción no se trata tanto del contenido de las leyes, sino del bagaje de
valores que los seres humanos practican a diario. Las leyes regulan el comportamiento
y las manifestaciones externas del ser humano en una sociedad pero no sus
pensamientos valores morales o emociones. En todas las personas, el código moral
que practican a diario es lo que les frena o permite ser corruptos o cometer
todo tipo de delitos.
Por donde
comenzar.
En opinión de su
servidor el mecanismo más efectivo para combatir la corrupción está en fomentar
valores y practicarlos desde muy corta edad. ¿A quién le toca comenzar?, ¿al
gobierno?, ¿a los políticos?, ¿a los maestros y las escuelas?. Corresponde especialmente
a la familia, a Usted padre o madre de familia, a Usted niño niña o adolescente
que lee estas líneas. Haga lo correcto, fomente lo correcto, sea un ejemplo, no
sea corrupto en la escuela, en la tienda, en la cola del banco o del
supermercado, en su empleo o en sus estudios; Todas las edades tienen su
madurez, pero nunca se es muy joven o muy viejo para cambiar lo malo por lo
bueno. Haga todo lo posible en su vida
diaria y modifique aquello que no es
correcto. Se trata de no repetir lo malo, comenzar por cada uno, haciendo lo
correcto y enseñando a las nuevas generaciones o con el ejemplo a sus amigos a
hacer lo correcto. Busque ser disciplinado, busque mejorar como ser humano cada día de su vida.
Al menos inténtelo.
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